ARTES VISUALES

Víctor Hugo Alvítez Moncada

Sunday, June 25, 2006

Héctor Chinchayán

Las exploraciones pictóricas de

HÉCTOR CHINCHAYÁN

Por: Gustavo Tapia Reyes.

Héctor Chinchayán Paredes (Chimbote, 1965) es un pintor de personalidad omnívora. Explora de todo acerca de lo que, paradójicamente, conoce, aunque espera al mismo tiempo obtener hallazgos. Encontrar lo que otros no quieren ver o se han negado a ello, Esto lo ha llevado entonces por diversos caminos, desde sus propios inicios como artista del pincel, tras su ingreso en 1988 a la Escuela Nacional de Bellas Artes, con dibujos a tinta a o lápiz, hasta ahora en que prosigue dándole a su pintura una amplitud temática que deviene en un mundo personal, autónomo, independiente, solo en parte explicable a partir de las exploraciones que incansable continúa realizando.

Nadie que antes no se haya asomado a su pintura, puede negar esos íconos de nuestras culturas precolombinas (Chavín y Mochica en particular) que pueblan sus cuadros y de los cuales se ha apoderado lícitamente para subordinarlos a su poder creador. Es un pintor que ha retrocedido en el tiempo para ubicar esos elementos que estando dentro de nosotros, muchas veces pretendemos negarlo, en la presunción de que yendo primero hacia lo occidental podremos considerarnos más universales. Chinchayán, considerando lo contrario, se orienta por el pasado precolombino para desde ahí dirigirse a lo universal. Quiere que los demás sepan quienes somos a partir de nuestras raíces, por eso en muchos de sus trabajos están presentes los personajes de rostros angulosos, narices aguileñas, ojos enormes, pieles cobrizas, inmersos dentro de una simbología que le otorga mayores significaciones potenciales.

De ahí provienen sus exploraciones. El pintor, habiendo optado por los colores oscuros y densos, de tonos grisáceos, está en una saga que lo absorbe hasta individualizarlo. Nunca se ha conformado con el entorno inmediato que afecte sus retinas o que busque parecerse a alguno de sus idolatrados maestros sino que está en busca de una constante renovación, de jamás conformarse con lo alcanzado para tornarse repetitivo. Detesta la auto imitación y siempre va por encima de eso “dándole –parafraseando al poeta Mario Luna– duro al pincel para vivir la vida y la muerte, total que importa ya”, con la diferencia que a él le interesa no estancarse y proseguir superando a sus autorretratos, sus cristos, sus figuras infrahumanas, sus personajes precolombinos, sus manchas, sus colores y demás parafernalia que caracterizan a su pintura.

Sorprende observar esos formatos de tela, cartulina folcote, dueles o canson, trupán, papel o madera común, inclusive tejas, que le han servido como soportes para plasmar esas obsesiones por los individuos fuertes, estilizados, profundos, de líneas perpendiculares, verticales, horizontales, rectas, curvas, que se muestran conforme son en un abierto desafío a cualquier lógica que pretende imponérseles, en detrimento de esa unidad que Chinchayán procura, teniendo de origen al hombre elemental que se torna expresivo en sus pinturas, insertándose en la naturaleza que habita con todos sus obstáculos, sus complicaciones, sus devenires y de la que, como Leonardo da Vinci, afirma tomar cada uno de sus colores. Es decir, tiende por lo bucólico a fin de transformarlo, no para solazarse con éste o conjurarlo sino poniéndolo a su servicio y evidenciarlo con una mezcla de oscuridad que también puede derivar hacia una potente luz que, iluminando, a la vez enriquece.

Y sorprende mucho más cuando nos dice que muchos de esos trabajos (a lápiz), que a pesar de su diseño tan detallado, constituyen apenas estudios para cuadros de mayores dimensiones que algún día aguarda emprender. Quiere desbordarse con esos formatos que le permitan trabajar en dimensiones fabulosas, cósmicas, místicas, que igualmente no rechacen lo nuestro y donde las figuras aparezcan enraizadas en un número aproximado de unas ciento veinte (pensamos en algún cuadro de Ángel Chávez, por ejemplo), que en conjunto muestren una expresividad propia, libre, siempre anhelada. Chinchayán ansía transmitir en su pintura esos secretos que acaso lleva dentro en tanto ser humano que es y como un pintor de formación académica que también es, apoderarse de las dos más grandes vertientes que han marcado la pintura contemporánea: lo abstracto y lo figurativo, indistintamente. Nunca se hace problemas para abordarlos y en reversa a la generalidad, se ha decidido por la variedad que rompe con los esquemas que acaso se le quisieran imponer. “Yo no sé marcar fronteras –declara– igual me voy por aquí por allá, igual. Eso lo aprendí muy bien, me costó mucho sí, en el sentido de practicar mucho, entenderlo mucho, estudiar mucho (*)”. Y en eso sigue, negándose por lo consiguiente a dar por terminadas varias de sus pinturas, aunque sin obviar que considera que hay otras donde un trazo, una mancha demás destruye el producto.

Sin embargo, quizás en razón de eso es un pintor tan insular que en Chimbote ha expuesto poco y solo en condición de invitado, tanto por la Asociación de Artistas Plásticos Unidos “Trazos” o por los organizadores del I Salón de Arte Contemporáneo, que tuviera lugar en junio del 2005, porque a él solo le importa el arte que desarrolla a una escala mayor como, en esos días de mayúscula fecundidad, en que confiesa puede llegar a pintar hasta 10 cuadros sin ningún problema, porque su vocación es tal que le incendia las entrañas y al pintor únicamente le resta darle las válvulas de escape en procura de la tranquilidad. Sostiene, en consonancia a su preferido Picasso, que el noventa por ciento es trabajo y lo restante es inspiración.

Acorde con ello ha logrado acumular una cantidad de trabajos que resulta increíble no los haya presentado en alguna exposición. Al parecer, esto resulta innecesario para Chinchayán, que se embarca siempre en lo suyo de explorar y explorar desde los temas que lo impelen y condicionan hacia los colores, dentro de una ilimitada búsqueda de un lenguaje pictórico que le permita ser el artista viviente, constante, indoblegable, que desde lo precolombino y, sin jamás perder su esencia, desde este lado ha ido madurando con los años hasta convertirse en un pintor que se proyecta fidedignamente hacia el ámbito universal.

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(*) De entrevista realizada por el autor en agosto del 2005.

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